Rebelados contra la noche,
disparan mis ojos
interrogantes a ráfagas por descubrirse,
mas regresan agónicas
y sin respuesta.
Un aire bélico y denso
recorre entonces
los campos alborotados
de mi conciencia
y nada hace presagiar
-a partir de esa acre bocanada-
la paz
o una calma duradera
siquiera.
Endiablada danza
corriendo por los dedos
de una sola de mis manos,
arpegio sanguinario que ataca
en brutal pentagrama
hastaencajar-
sehastaenca-
jarsehastaen-
cajarsehasta-
encajarsehas-
taencajarse.
Compulsiva letanía
de palabras fragmentadas
por el eco acerado del miedo.
Fuerza centrífuga:
abatido entendimiento.
Una hora de nadie
es este duermevela déspota
y homicida:
ni de los vivos
ni de los muertos.
Podrido, prematuramente,
el fruto de los sueños
infesta un alba
que no acaba de adivinarse.
Un desconsuelo imperioso
y obsesivo
para la luz que se contrae
más allá del recuerdo.
Bruma total. Pretérito imperfecto.
Y una asfixia creciente
e infinita de sospechas
licuando
las órbitas del tiempo.
0 comentarios:
Publicar un comentario