He escrito
a los días y las noches
al amor y la muerte
al progreso
y el desencanto.
Le he escrito
a los hombres que me follé
cuando todo el mundo dormía...
y a las mujeres que he acariciado
mientras sus vaginas regaban estos labios.
He escrito
pero nunca a los dieciocho centímetros rosados
que descansan en el fondo del cajón de mi mesita.
Con ese radar infalible capaz de hacer saltar
la g del punto.
Algo imperdonable
si se tiene en cuenta
cada gemido silenciado
(por aquello de no alterar a la vecina de al lado).
Y aquí reposa, entre mis manos.
Aguardando la siguiente visita
a la sima salina que se agita
entre pierna
y pierna.
Beatrice Borgia
a los días y las noches
al amor y la muerte
al progreso
y el desencanto.
Le he escrito
a los hombres que me follé
cuando todo el mundo dormía...
y a las mujeres que he acariciado
mientras sus vaginas regaban estos labios.
He escrito
pero nunca a los dieciocho centímetros rosados
que descansan en el fondo del cajón de mi mesita.
Con ese radar infalible capaz de hacer saltar
la g del punto.
Algo imperdonable
si se tiene en cuenta
cada gemido silenciado
(por aquello de no alterar a la vecina de al lado).
Y aquí reposa, entre mis manos.
Aguardando la siguiente visita
a la sima salina que se agita
entre pierna
y pierna.
Beatrice Borgia
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