domingo, 13 de abril de 2014

SE LLAMABA FRANCISCO (José lobo)


Pasé junto a él bien pasadas las tres de la mañana. Preguntó si tenía un cigarro para darle. Cogí uno para mí y le dejé un par de ellos o tres que quedaban en el paquete. Se resistió a aceptármelo. Yo iba buscando algo ebrio un lugar donde tomar una copa. “Allí compraré otro, no te preocupes”.
- Difícil a estas horas y este día de la semana, me dijo.
Tenía razón. Cuando dí una vuelta a la manzana volví a encontrarme en el mismo lugar sin éxito alguno. El seguía allí.
Sentado en un banco, leía un periódico con una enorme lupa. Me dirigí hacia él de nuevo. Me eché sobre un árbol a un par de metros suyo.
- Joder, tenías razón, está todo chapado.
- Ya te dije que a estas horas .... difícil lo tenías.
- Me llamo Jose, ¿y tú socio?
- Francisco.
- ¿Qué lees?
- Un artículo de filosofía.
- ¿Filosofía? ¿Qué periódico es?
- El ABC
- No me jodas Francisco. Tío, el ABC es un periódico de derechas, conservador.
- Sí, pero tiene una sección de filosofía y poesía bastante buena que me gusta. Pero tampoco puedo elegir mucho. Busco los periódicos en los contenedores, y no siempre encuentro lo que quiero.
- ¿Y esa lupa? ¿No ves bien?
- Me la compré en un chino. Por un euro. La vi tan grande ..., Sin ella no podría seguir leyendo y menos esta letra tan pequeña.
Me percaté de que llevaba puestas unas zapatillas de paño. Y de que junto a su mochila, sobre el banco, había una lata de coca-cola.
- Te veo organizado igual que si estuvieras en casa ... tus zapatillas de paño ... tu coca-cola.
- La lata está vacía. La trajo hasta aquí rodando el viento. La cogí para ahora después tirarla a alguna papelera.
- Puedes usarla como cenicero.
- Si, tampoco sería mala idea (sonrió).
- ¿Eres de aquí ? me preguntó.
- No, sólo estoy de paso. Le contesté. ¿y tú?
- Tampoco. Llevo algún tiempo por aquí. ¿No tienes donde dormir?
- Sí. Como tú tengo toda la ciudad para elegir. Y comencé a reirme.
- ¿Duermes en la calle?, me volvió a preguntar.
- A veces, pero a voluntad. Pero hoy no es ese mi propósito, aunque me han jodido las intenciones de evadirme hasta que amanezca con unas copas más. Haré un intento más por ahí y si no pues me tumbaré por donde me coja.
- Aquí cerca hay un parquecito que es donde yo duermo. Tiene unos jardines pequeños. Es tranquilo y se está a gusto. Si quieres techo, puedes intentar meterte en otro sitio.
- Gracias Francisco. Prefiero la intemperie. Además, el clima de estas fechas lo permite.
- Pienso igual. Yo ahora cuando me entre sueño iré a ese parquecito. Mientras seguiré leyendo un rato más.
- Venga, no te molesto más. Suerte y salud Francisco.
- Para ti también.
Y en verdad tuve suerte. Unas calles más abajo, al fondo de un callejón sin salida vi una luz de un local. Estaban dentro cuatro o cinco hombres y tres mujeres, a puerta cerrada. Pregunté si podía tomar algo. Me dejaron. Andaban pasándose una guitarra de uno a otro cantando flamenco, para mi sorpresa. Algunas canciones las recordaba ... Chunguitos, Chichos, Manzanita ....
Uno de los tipos al que le pregunté donde estaba me soltó que en la “taberna del cojo” o algo así le quise entender. Se juntaban los mismos cada noche para recordarse viejas canciones y pasar una agradable velada.
Al poco rato me integraron y ya no me dejaron marchar.
Amaneció con uno de ellos tocando y cantando maravillosamente hasta que llegaron los municipales. Parece ser que molestábamos a algún probo ciudadano vecino.
Pero eso ya es otra historia.
(Jose Lobo)

0 comentarios: